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¿REHÉN DE SU PROPIO EQUIPO?


por RICARDO CORTEZ

Donde más se perciben los ánimos caldeados, pero al mismo tiempo comienzan a abrirse grietas, es en el interior del propio gobierno municipal. Lo que parecía un proyecto sólido hoy luce fragmentado y con fisuras que amenazan con convertirse en rupturas irreparables.

Muchos de quienes impulsaron la candidatura de Rodrigo Ureño aprovecharon el momento para colocar a sus aliados en posiciones estratégicas. Se tejieron compromisos y se entregaron promesas de cargos que, al llegar al poder, se convirtieron en una realidad incómoda para el alcalde.

El resultado ha sido una administración con piezas ajenas a la visión del presidente municipal. Personajes que no comparten ni proyecto ni lealtad, pero que llegaron al ayuntamiento con la fuerza de las negociaciones políticas. Eso ha permitido que actúen por la libre, sin cohesión y con intereses particulares.

En este escenario, Rodrigo Ureño se encuentra atrapado en un callejón sin salida. No puede prescindir de ellos porque representan cuotas de poder que sostienen su gobierno; pero tampoco puede darles rienda suelta sin poner en riesgo la gobernabilidad. Cada movimiento tiene un costo político demasiado alto.

Lo preocupante es que este desgaste interno comienza a notarse en la percepción ciudadana. Mientras la gente exige resultados, el gobierno se consume en pugnas internas y maniobras de supervivencia. La agenda pública se rezaga frente a la política de pasillos.

El alcalde debería demostrar mayor peso propio, pero su margen de maniobra es reducido. La falta de un equipo realmente suyo lo deja en desventaja frente a quienes operan como pequeños feudos dentro de la administración municipal. El liderazgo se diluye en medio de la desconfianza.

Vienen semanas complejas. El primer informe de gobierno será un escaparate incómodo, donde se intentará mostrar unidad y logros que difícilmente convencerán a una ciudadanía que percibe desorden y contradicciones. La narrativa oficial choca con la realidad de la calle.

Lo cierto es que, más allá de los discursos, el gobierno luce atribulado y sin una ruta clara. Resolver los conflictos internos no será sencillo, pero es inevitable si se quiere evitar un colapso mayor. La fragmentación política siempre termina cobrando factura.

La pregunta es si el alcalde tiene la fuerza para recomponer la relación con su propio equipo. Hasta ahora, lo que se observa es un mandatario rebasado por sus compromisos, más ocupado en mantener equilibrios que en marcar un rumbo definido.

Jerez necesita claridad, no gobiernos secuestrados por intereses ajenos. Si el presidente municipal no logra recuperar el control de su administración, corre el riesgo de convertirse en espectador de su propio gobierno. Y en política, esa debilidad se paga caro.¿Usted qué opina?

dsd_elportaljerez@gmail.com
twitter: @DSD_elportal

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