FIN DE TRIENIO Y LAS PROMESAS PENDIENTES
por RICARDO CORTEZ
Al cierre de este trienio, el inevitable balance obliga a revisar qué se hizo, qué no se hizo, qué se prometió y qué quedó en el olvido. Humberto Salazar, junto con su administración, ha insistido en proyectar una imagen de éxito, aunque los hechos cuentan una historia muy diferente.
Estamos ante un alcalde que ha preferido enterrar sus incumplimientos bajo una narrativa conveniente, más preocupado por lo que se dice que por lo que se hace.
Uno de los ejemplos más claros ha sido la Feria de Primavera. Salazar aseguró que esta sería una de las mejores en la historia del municipio, prometiendo transparencia y un impacto positivo en la economía local. Sin embargo, a días de terminar su mandato, no existe un informe claro ni detallado sobre los resultados de esta celebración.
La falta de transparencia ha dejado a los ciudadanos en la oscuridad, y las promesas de recuperación económica han sido, como muchas otras, palabras vacías.
El problema no radica solo en la falta de cumplimiento, sino en la insistencia de Salazar en mantener su versión de los hechos. Estamos ante un alcalde que, incluso frente a la evidencia de sus incumplimientos, se niega a reconocerlos.
En lugar de aceptar la realidad, intenta forzar una narrativa en la que todo se ha cumplido, aunque los ciudadanos sepan que no es así. Este toma y daca verbal ha generado más confusión que claridad, y ha hecho que la credibilidad de su gobierno se diluya.
La estrategia del alcalde es filosófica en su esencia: lo que él quiere que sea la realidad, lo es. Salazar ha tratado de imponer su visión, de hacer creer a los jerezanos que lo prometido se ha cumplido. Sin embargo, la "sanación" del municipio, uno de los pilares de su campaña, ha quedado lejos de realizarse. No hay evidencia palpable de una transformación real en Jerez.
Con nueve días restantes en su mandato, las promesas incumplidas de Salazar siguen acumulándose, mientras que la narrativa forzada se mantiene. Pero la realidad no puede ser ignorada por siempre. Al final, lo que quedará de su gobierno no será la imagen que él ha tratado de pintar, sino los problemas no resueltos y las expectativas incumplidas.
Este último tramo de su administración no es más que el preludio de un balance que, tarde o temprano, será hecho por la ciudadanía. Cuando el mandato de Salazar termine y se analicen los hechos sin el filtro de su narrativa, lo que saldrá a la luz no serán éxitos, sino más bien los vacíos que ha dejado en el desarrollo de Jerez.
Los balances están por comenzar, y no cabe duda de que la confusión que ha generado con sus discursos será rápidamente desmantelada por la realidad.
Lo que realmente sucedió durante su mandato quedará claro, y la historia juzgará si su gobierno fue tan exitoso como él quiso hacer creer, o si fue, como muchos ya lo perciben, un cúmulo de promesas rotas y oportunidades desperdiciadas. ¿Usted qué opina?
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