SU PASADO LO CONDENA
El Partido Revolucionario Institucional ya tiene nuevo dirigente. Alejandro Moreno, alias “Alito”, ganó la contienda interna, con más del 80% de los votos, y terminó por quedarse con las migajas de un partido político al cual nada más le van a faltar los militantes, los simpatizantes, los electores… y el poder.
Por lo demás, el PRI es el mismo partido marrullero de siempre; agoniza sumido en la peor crisis de su historia, desdibujado, con menos que nunca; sin liderazgo; relegado de la competencia política; condenado a ser satélite de Morena a nivel nacional y del PAN a nivel municipal.
Se obtuvo un resultado que ya sabían que pasaría. ¿Entonces, si los resultados ya se sabían, para qué hubo una elección de dirigencia, dizque democrática, sin sustancia? La respuesta es simple: para simular. Con viejas mañas, se instalaron las casillas, se infló la concurrencia y se vició el padrón.
La verdad es necia. El PRI está vacío y muestra de ello el comité municipal. Es un cascarón ¿Qué sigue ahora? ¿Ejecutar la “operación cicatriz”, sobre un pellejo carcomido por el desprestigio, donde ya no hay espacio para más costuras? Lo que queda del PRI municipal servirá tal vez para una capirotada en cuaresma.
Lo que queda del PRI actúa como la muñeca fea, escondido por los rincones, temeroso de que el charro los vea. No se comporta como una oposición, sino como un animal arrinconado, que se lame las heridas, pero que muerde a los de su manada a la menor provocación.
No se usted lector, pero considero que lo que más le convendría al PRI en nuestro municipio un cambio de dirigentes, verdaderos líderes que le quite el respirador artificial, le dé los santos óleos y lo deje morir en paz, para que desde las cenizas renazca un nuevo partido político.
Pero para eso, lo primero que tendrían que hacer deslindarse del pasado, de la vieja guardia. Al PRI le urgen nuevos y mejores cuadros, sangre nueva, pero por lo visto eso no va a suceder.
Al PRI, su pasado lo condena. Y eso lo saben sus militantes. Su epitafio podría plagiarse de las líneas finales de la novela cumbre de Gabriel García Márquez: “las estirpes condenadas a cien años de soledad no tienen una segunda oportunidad sobre la tierra”.
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twitter: @Rich_Cortez86
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