EN EL ABANDONO
por RICARDO CORTEZ
Durante los años que llevo ejerciendo el periodismo, he sido testigo de cómo, una y otra vez, los gobiernos municipales de Jerez relegan áreas fundamentales como turismo, juventud, deporte y, de manera alarmante, la cultura. Esta última, pese a su relevancia en la identidad y el desarrollo social, sigue siendo tratada como un asunto menor.
En el Instituto Jerezano de Cultura han pasado personajes de todo tipo: desde políticos frustrados que encontraron refugio en ese cargo, hasta individuos sin preparación alguna que, por haber apoyado campañas políticas, creen tener la autoridad moral y técnica para encabezar una institución tan delicada y esencial.
La lógica institucional dictaría que cada área del gobierno, en especial la cultural, debe ser dirigida por personas con el perfil adecuado, conocimiento comprobado y sensibilidad para entender que el arte no es ornamento, sino parte fundamental del alma de un pueblo.
En Jerez, algunos encargados han pasado sin pena ni gloria, otros apenas han cumplido con lo básico, y solo unos pocos se han tomado en serio el papel de intentar hacer de este municipio un referente cultural. La constante, sin embargo, ha sido la improvisación y la falta de visión a largo plazo.
Hoy la titular del Instituto, Elizabeth Murillo, debe comprender que su papel requiere más que buena voluntad. Se necesita una gestión seria, estratégica y con resultados palpables. El romanticismo no basta: cultura también es presupuesto, estructura, proyección y compromiso.
En cambio la regidora Soledad Salas, responsable de la comisión de Cultura, tiene la encomienda de ser un puente entre los artistas y el gobierno, de vigilar, promover y defender las expresiones culturales del municipio. Sin embargo, su silencio e inacción son cada vez más notorios.
La falta de acercamiento con colectivos artísticos, la falta de espacios para el desarrollo artístico, la disminución de recursos para festivales, y el abandono de espacios emblemáticos como la Banda Municipal o la Escuela de Música, han encendido la preocupación de la comunidad artística local y estatal. ¿Qué pasa con la política cultural de este gobierno?
El colmo ha sido la posible exclusión de Jerez como sede del Festival Internacional de Danza Folclórica “Gustavo Vaquera”. Un retroceso que habla del desinterés institucional, la falta de gestión y la desconexión con lo que realmente importa a nivel cultural.
Las preguntas abundan: ¿Existe algún plan de cultura en Jerez? ¿Hay una agenda artística definida? ¿Conoce el alcalde Rodrigo Ureño el potencial cultural del municipio? ¿Qué gestión ha realizado la regidora? ¿Por qué se percibe tanta indiferencia?
Elizabeth Murillo podrá tener méritos personales o el respaldo de grupos políticos, pero lo que hoy se exige son resultados. Si su llegada, ha sido para muchos un “pago político”, es momento de que lo convierta en una oportunidad para demostrar que está a la altura. Porque lo que está en juego no es su nombre, sino la dignidad cultural de Jerez. ¿Usted qué opina?
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